Navidad

Reconozco que ahora mismo no soy una persona muy "navideña": imagino que de forma inevitable los años pasan llevándose gran parte de la ilusión que vives de niña, cuando aún crees en tantas cosas, cuando todos los tuyos están a tu alrededor para celebrarlo, cuando tu mayor problema es si te traerán lo que has pedido en la carta, cuando realmente percibes una magia especial en estos días. No obstante, la Navidad sigue teniendo eso que quizá no entendemos, una excusa perfecta para desearle lo mejor a quien te importa y que no hacemos cada día simplemente por pudor.

Es la primera Navidad con mi blog y éste me brinda la posibilidad de desearos a todos los que me seguís que tengáis unos días estupendos, como quiera que elijáis vivirlos. Ya sea armados con pandereta y zambomba o leyendo cómodamente en el sofá. En reuniones multitudinarias o tan sólo con unos pocos. Pero disfrutadlos.

Algunos ya sabéis que yo vivo en una pequeña ciudad mediterránea, donde lo cierto es que la meteorología nos deja más bien pocos signos visibles de la Navidad blanca más tradicional. Pero en mis venas corre también de forma muy intensa la sangre castellana. Por eso me apropio de esta foto; la belleza del denso manto de nieve que cubre la pequeña ermita de Robledillo, el pueblo abulense de quien vio nacer a alguien que me falta de una forma muy dolorosa estos días. Y quizá no es una forma muy optimista de terminar, pero lamentablemente estos días no sólo van cargados de alegría y buenos deseos, sino también de grandes ausencias y huecos que se hacen más patentes. No obstante, no pierdo la esperanza de que algún día la Navidad me vuelva a traer la ilusión perdida, me haga creer de nuevo en que los camellos suben hasta un duodécimo piso para beberse el agua que les dejo en un cubo y que quien me falta es una estrella que les guía en su camino.

Feliz Navidad.